La inteligencia artificial (IA) y la Psicología tienen en común el estudio de cómo las máquinas pueden emular procesos cognitivos humanos, como el aprendizaje, la percepción y la toma de decisiones. La IA utiliza modelos matemáticos y algoritmos inspirados en el cerebro para replicar estas funciones, lo que ofrece herramientas poderosas para entender mejor el comportamiento humano. Además, la IA puede analizar grandes volúmenes de datos psicológicos, permitiendo nuevas formas de investigar patrones emocionales y cognitivos. Sin embargo, también plantea preguntas y grandes polémicas éticas sobre la privacidad y el impacto en la salud mental, así como también la falta de empatía y conciencia.