La humildad es un atributo que se ha interpretado de manera muy subjetiva, y esto es porque en el contexto próximo es difícil encontrar ejemplos de personas que ya han desplazado su pensamiento y modificado el yo sé por el yo soy sin necesidad de decirlo. Las instituciones religiosas se han encargado de vincular este atributo exclusivamente al área divina. Sin embargo, ser humilde es tan simple como reconocer que para vivir necesitamos de otros, reconocer las limitaciones pero no para denigrarse uno mismo, sino para encontrarse con lo otro en amorosidad total.