Bienaventurado me sentí
aquel día que nuestras miradas
se cruzaron por primera vez.
En ese entonces una extraña sensación
comenzó lentamente a apoderarse de mi ser.
Si le dijera que era usted
lo que yo estaba buscando,
si le dijera que es usted
la chica que siempre soñé.
Yo, sinceramente le mentiría,
porque yo en usted no buscaba nada;
y sin embargo todo lo encontré.
Pero viene usted,
y el simple hecho de saber de su existencia
viene a cambiarme todos mis planes.
En ellos no se contemplaba
la idea de enamorarme.
Pero usted ha llegado así como si nada.
Con esa sonrisa que no logro
arrancar de mis pensamientos.
Imposible no querer mirarla
todas las mañanas al despertar.
Todas las noches antes de dormir.
Es su sonrisa la razón por la que
sueño despierto cada día.
Por la que oro diaramente al
Creador para que usted sea mía.
Derechos Reservados @ Carlos D' Ortíz