Hoy alguien me preguntó
en qué tanto pensaba
mientras miraba al vacío.
En ella,
—quería decirle—
en sus ojos,
en sus labios,
en sus lunares...
En su alma.
Pero sólo sonreí;
pues lo único que pude decir es:
“En Nada”.
Y es que nada puede explicar
todo lo que pasa por mi mente,
cuerpo y alma cuando pienso en ella.
Nada,
absolutamente nada
explica todo lo que me provoca
esa tierna sonrisa.
Por eso, “nada”
es lo que le digo al mundo,
para no delatar esa osadía mía
de haberla convertido en mi todo.
Derechos Reservados @ Carlos D' Ortíz
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