De nada sirvieron los reclamos de distintas instancias del Estado y de sectores civiles para evitar la catástrofe educativa. Porque en Paraguay, la clase política, siempre de contramano a la historia, cínica sin el menor pudor y sin límites éticos, prefiere alimentar al monstruo clientelar que apostar al largo proceso educativo. Es la pesadilla del eterno retorno. Con esta dirigencia es imposible debatir el presente y menos aún conjugar el futuro. Columna del domingo 14 de noviembre 2021.