Las campañas electorales deberían ser plataformas donde los candidatos expresen y confronten su idea de país, hacia dónde ir, cómo convivir en la sociedad y la imagen que se quiere proyectar al mundo. Últimamente, ese debate mínimo que hacía referencia a estos temas ha cedido lugar a la descalificación, el exabrupto, el atajo fácil de la violenta confrontación y la desinformación al solo efecto de destruir. El otro ya no es el adversario, sino el enemigo.
Columna del domingo 4 de diciembre 2022.