Si realmente sostenemos que el agua tiene un valor intrínseco, relacionado con el ser humano, se demostrará en cómo actuamos; nuestras acciones expresarán una espiritualidad de respeto por la vida misma. Por el contrario, si actuamos rutinariamente de manera que abusemos del agua y la vida, mostraremos un espíritu interior carente de respeto por la existencia. Independientemente de lo que podamos decir acerca de su valor espiritual, prestar atención a cómo actuamos, nos pone en contacto con nuestra espiritualidad más profunda; una mayor conciencia de nuestro espíritu interior nos ayudará a identificar las fortalezas de nuestras verdaderas convicciones con relación a nuestra Alma.