Dos advertencias
24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente,
26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato,
Uno que edificó su casa sobre la roca.
Otro que edificó su casa sobre la arena;
las dos casas
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa
Una no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.
Y la otra cayó, y fue grande su ruina.
Todos los oyentes construyen el n tipo de fe, pareciera que es igualita, las mismas puertas, las mismas ventanas, una buena cocina y amplías recámaras, con uña lugar para ver televisión y otro para meditar
Pero en donde están los cimientos de esta casa
1 Corintios 3:11
Efesios 2:19–21
Un templo para el Señor
Jesús nuevamente nos advierte de estar seguros de ser cristianos, ya que podemos aparentar ser los ciudadanos ejemplares, pero como todo ser humano pasamos por pruebas, es por esto de la comparación de las dos casas
Una fundada en n la roca y otra fundada solo en ideales y emociones, las cuales compara con un fundamento de arena
Todos podemos ver a las personas cuando pasan por problemas o situaciones difíciles, hay personas que cuando llega alguna enfermedad, inseguridad y n la ciudad, burla por su fe, banca rota económica, dolor por seres queridos que mueren, son sacudidos por las corrientes y son derribados, lo que es más trágico, que lleguen al juicio final
Frente a Jesús y vean cómo se destruye todo ante la presencia de ser juzgados.
En este sermón aprendimos cómo se construye una verdadera casa de fe
La humildad, la necesidad de ser Justos, ser piadosos con amor verdadero hacia el prójimo, el no ser codiciosos y confiar en la provisión perfecta de Dios nos enseña que estás prácticas son aquellos como momentos que nuestra casa de fe necesita; siendo precisamente Cristo esa roca en la que fundamos todo para que permanezca.
Enseña con mi quien tiene autoridad
Mateo 7:29: Las enseñanzas de Jesús producen impacto en sí porque se revisten de la autoridad de la verdad. No hay manipulación en ellas, ni falsificación, ni hipocresía. Pero, además, en el Sermón se revela la autoridad no sólo de lo mencionado, sino la del Maestro que lo pronunció. Él enseña como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas. Hay autoridad no sólo en lo que dice, sino en cómo lo dice y en quién lo dice.
Porque su enseñanza era respaldada por la integridad de su vida. Jesús, a diferencia de muchos maestros de ética, practicaba lo que predicaba. Esto, de por sí, le concedía el derecho de hablar con autoridad.
— Porque su enseñanza revelaba un profundo conocimiento de las Escrituras y de la condición humana. Aunque relativamente joven, Jesús hablaba con una sabiduría no habitual aun en los ancianos. No nos sorprende que a los treinta años asombrara a la multitud cuando a los doce había confundido a los maestros del Templo (Lucas 2:47). Su enseñanza llevaba siempre la marca de la verdad:
Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz (Juan 18:37).
Esto era motivo de asombro constante para los que le escuchaban. Jesús mismo nos da la explicación acerca del origen de su sabiduría:
Entonces los judíos se maravillaban, diciendo: ¿Cómo puede éste saber de letras sin haber estudiado? Jesús entonces les respondió, y dijo: Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió (Juan 7:15–16).
— Porque su enseñanza iba respaldada por las señales que hacía.
Mateo 11:5
Y llegando a su pueblo, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿Dónde obtuvo éste esta sabiduría y estos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿Dónde, pues, obtuvo éste todas estas cosas? (13:54–56).