Mateo 7:21-23
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Entramos en el reino, no por lo que decimos, sino por lo que somos. No es cuestión de palabras, sino de obras. Sin embargo, no es cuestión de obras realizados de cualquier manera, sino de obras que brotan del sincero deseo de hacer la voluntad de Dios. No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
La voluntad del padre
Mateo 5:20
20 »Les advierto: a menos que su justicia supere a la de los maestros de la ley religiosa y a la de los fariseos, nunca entrarán en el reino del cielo.
Consiste, pues, en que seamos personas que reflejemos el carácter expuesto en las bienaventuranzas, que practiquemos la justicia enseñada por Jesús en el capítulo 5 y la piedad del capítulo 6, que renunciemos al afán materialista y a la ansiedad, confiando plenamente en la fiel providencia de nuestro Padre celestial (6:19–34), y que ejerzamos discernimiento espiritual, pero sin que éste se convierta en un espíritu enjuiciador (7:1–20). En una palabra, la voluntad de Dios consiste en que seamos santos.
Algunos intentan refugiarse detrás de un evangelio barato: aquel evangelio que confunde la salvación-no-por-obras con la salvación-sin-obras; que ofrece una salvación-por-fe sin necesidad de arrepentimiento y conversión;
Existen dos motivaciones para hacer las cosas en el Nombre de Jesús, LAS MOTIVADAS POR MI CARNE BUSCANDO ADMIRACIÓN
Y LAS DEL ESPÍRITU MOTIVADAS A DARLE GLORIA A DIOS
Romanos 8:5
Los que están dominados por la naturaleza pecaminosa piensan en cosas pecaminosas, pero los que son controlados por el Espíritu Santo piensan en las cosas que agradan al Espíritu. Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa les controle la mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz. Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios.
Pero ustedes no están dominados por su naturaleza pecaminosa. Son controlados por el Espíritu si el Espíritu de Dios vive en ustedes. (Y recuerden que los que no tienen al Espíritu de Cristo en ellos, de ninguna manera pertenecen a él). Y Cristo vive en ustedes; entonces, aunque el cuerpo morirá por causa del pecado, el Espíritu les da vida, porque ustedes ya fueron declarados justos a los ojos de Dios.
Muchos me dirán en aquel día:
Los falsos cristianos pueden engañar multitudes pero a Dios nunca lo engañarán ,
Muchos me dirán en aquel día:
El día del juicio es inminente
Apocalipsis 20:11
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse. Vi a los muertos, tanto grandes como pequeños, de pie delante del trono de Dios. Los libros fueron abiertos, entre ellos el libro de la vida. A los muertos se les juzgó de acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los libros. El mar entregó sus muertos, y la muerte y la tumba también entregaron sus muertos; y todos fueron juzgados según lo que habían hecho. Entonces la muerte y la tumba fueron lanzadas al lago de fuego. Este lago de fuego es la segunda muerte. Y todo el que no tenía su nombre registrado en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
Lucas 13:28
28 »Habrá llanto y rechinar de dientes, porque verán a Abraham y a Isaac y a Jacob junto con todos los profetas en el reino de Dios, pero ustedes serán echados fuera.
LE LLAMAN SEÑOR PERO