No me gusta vivir de inexistentes esperanzas, ni de ingenuas ilusiones. Abrazar demasiado lo que aun no llega, es prepararse el terreno para recibir el golpe duro de la vida que tarde o temprano llega. Prefiero abrazar la realidad tal cual es, aunque me parta el alma, aunque me reviente las entrañas, porque al fin y a cabo la verdad libera… y liberarse duele.