En la imaginación popular todos los vikingos fueron altos,
rubios, de piel muy blanca y ojos azules. Sin embargo, cada vez existen más evidencias de que esta imagen es un mito (otro más) creado en torno a ellos. Lejos de ser un grupo de aspecto homogéneo fruto de una ascendencia genética escandinava
pura, su apariencia era muy diversa, incluyendo individuos en cuyo genoma se puede rastrear ADN procedente de lugares tan
lejanos como el sur de Europa o de Asia.
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