📖 El Salmo 1:1-2 dice “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”.
🙏🏻 Bienaventurado. El libro de los Salmos inicia con una bendición, al igual que el Sermón del Monte de nuestro Señor Jesucristo; y aunque aún se debate si es un adjetivo o un sustantivo; lo importante es la multiplicidad de bendiciones que reposan sobre quien Dios ha justificado en Cristo, siendo ésta la más grande bendición, la oportunidad de tener comunión con el Señor, de ser reconciliados con Él, de disfrutar de su presencia y la esperanza de la vida eterna.
🔥 Y el salmista describe a esta persona bienaventurada. Es aquel que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, es decir, que anda en integridad ante los ojos de Dios, sigue el consejo prudente, camina en el mandato divino, sus pisadas son ordenadas por la Palabra de Dios, no por consejo de hombre. No se sienta en silla de escarnecedores, no es burlador, ni invita a otros a pecar, vive en rectitud, aún cuando por ello deba padecer persecución.
🛐 En la ley de Jehová está su delicia, se deleita su corazón en la Palabra de Dios, no con la mira en las promesas o castigo, sino que encuentra la plenitud en Cristo, en su Palabra. En su ley medita de día y de noche, intencionalmente se propone reflexionar, pensar, obedecer el estatuto divino por amor en agradecimiento por lo que Dios hizo por nosotros.
🌱 Como consecuencia, es como un árbol debidamente escogido, plantado y cuidado por el Creador. Dios prospera su vida, da fruto a su tiempo, el Señor conoce su camino. No así el malo que perecerá, no se levantará en la congregación de los justos; hoy es tiempo de arrepentimiento, el profeta exhorta deje el impío su camino y vuélvase a Dios el cual es amplio en perdonar (Is 55:7).
🙇🏻♀️ En Cristo Jesús somos bienaventurados, somos hijos de Dios, el Señor nos invita hoy a deleitarnos en su presencia, a meditar en su Palabra, a caminar en rectitud, en obediencia al mandato divino, a ser adoradores en espíritu y en verdad por amor en agradecimiento por la obra que Él hizo, hace y hará en nuestras vidas.