đ Un corazĂłn verdaderamente arrepentido siente un gran pesar, un dolor profundo porque entiende que ha ofendido al Dios bueno, Santo. Y por convicciĂłn se humilla, en humildad reconoce su transgresiĂłn y clama por perdĂłn apelando a la misericordia divina.
đ âTen piedad de mĂ, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. LĂĄvame mĂĄs y mĂĄs de mi maldad, y lĂmpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado estĂĄ siempre delante de mĂ. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos...â Salmo 51:1-4
đ„ Padre ten misericordia de mĂ porque soy consciente de mi pecado, de que te falle, te ofendĂ, te pido perdĂłn, lĂmpiame con la sangre de Cristo, âPurifĂcame con hisopo, y serĂ© limpio; lĂĄvame, y serĂ© mĂĄs blanco que la nieveâ (v.7). Solo por tu gracia inmerecida serĂ© limpio, lĂĄvame en la sangre del Salvador para ser puro, para ser mĂĄs blanco que la nieve.
đđ» âCrea en mĂ, oh Dios, un corazĂłn limpio, y renueva un espĂritu recto dentro de mĂ. No me eches de delante de ti, y no quites de mĂ tu santo EspĂritu.â (Salmo 51:10-11). SĂłlo tĂș, Señor, puedes restaurar mi vida, puedes crear un corazĂłn limpio que te agrade, que ame tu justicia y rectitud, me sostienes con tu EspĂritu Santo, no me apartes de tu presencia.
đđ»ââïž Señor te alabamos por tu justicia, por tus misericordias, por tu gracia, por tu piedad, porque tĂș eres el perdonador, porque âal corazĂłn contrito y humillado no despreciarĂĄs tĂș, oh Dios.â Sal 51:17b.