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⁉️ Ante un mundo perdido en el pecado, donde crece la maldad y la degeneración moral y social, ¿con cuánta frecuencia reflexionamos acerca de nuestro andar? ¿son nuestros pasos, decisiones y aún pensamientos íntegros delante de Dios, como olor grato ante su presencia? El rey David tenía la seguridad de caminar en rectitud, en integridad a la luz de la verdad divina.

📖 Y afirma en el Salmo 26:1-3: “Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear. Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. Porque tu misericordia está delante de mis ojos, y ando en tu verdad”.

🛐 El salmista pide al Señor: júzgame, escudríñame, pruébame y examíname. Ante el Juez Justo, Santo, temible, sólo quien ha confiando en Dios, depositando toda su fe en Él sin titubear, siendo justificado en Cristo, puede hacer tales afirmaciones. Tal confianza es la seguridad más efectiva contra el pecado, permitiendo, al ser guiados por el Espíritu, el andar en integridad; rectitud y santidad.

🔥 David agrega cómo se ha evidenciado su andar íntegro en el testimonio: no se ha sentado con hipócritas, ni con el que simuladamente aparenta piedad pero maquina maldad, aborreció la reunión de los malos y no se sentó con el impío. En otras palabras, no participó de sus iniquidades, ni permitió soborno (v4-5,10), se apartó de los que tal hacen, pues aún sus malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (1 Co 15:33).

🙏🏻 Se mantuvo firme. En integridad lavó sus manos en inocencia. Ante la santa presencia de Dios entró con acción de gracias para contar todas sus maravillas. Su pie, su diario andar, su caminar, ha sido en rectitud, bendiciendo al Señor en la congregación de los santos (v6-8,11), y hace un compromiso firme: “...andaré en mi integridad. Redímeme y ten misericordia de mí” (v10).

🙇🏻‍♀️ El Señor hoy nos está llamando a andar en integridad, en obediencia y santidad de la verdad. Hemos sido salvos para ser santos, como Él es santo. Que todo nuestro ser sea irreprensible ante su presencia y que por su gracia y misericordia podamos decir como el salmista: en integridad he andado.