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📖 El Salmo 24:3-4 dice “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”

🙏🏻 Cuando el salmista menciona las manos, se refiere a nuestras acciones, y por corazón, a las intenciones y motivaciones, a la meditación del corazón, a nuestros pensamientos que deben ser puros delante de Dios.

🛐 Continúa el texto “el que no ha elevado su alma a cosas vanas”, es decir, que no hay idolatría en su corazón, que Dios realmente ocupa el primer lugar, el de más alto honor y estima en su vida, que no está contaminado por el mundo, ni su interés es para vanagloria o agradar a los hombres, es aquel que procura agradar únicamente a Dios con todo lo que piensa, hace y dice, no diluye la verdad.

🔥 Y por último menciona “ni jurado con engaño”, nuestras palabras, nuestras publicaciones en redes, son un termómetro de nuestra condición espiritual, pues de la abundancia del corazón habla la boca y cualquier tipo de engaño o mentira es abominable ante la santa presencia de Dios.

📌 Además de que enloda el testimonio, pierde credibilidad ¿Cómo podemos hablar de la verdad de Dios si hay engaño en nuestro corazón? El engaño y la mentira en cualquiera de sus formas, va apagando, ahogando la fe, resultará cada vez más difícil la confesión de pecados y el genuino arrepentimiento.

✝️ Al analizar estas características, podemos llegar a la conclusión de que no siempre las cumplimos, pero ¡Gloria a Dios! porque envió a Cristo, y Él si es puro de corazón, si pudo entrar en su lugar santo, y por su sacrificio y justicia imputada por la fe, somos justificados.

✍🏻 Spurgeon comenta “Nuestro Señor Jesucristo asciende al monte del Señor porque sus manos estaban limpias, y su corazón era puro, y si nosotros, por fe en él, somos conformados a su imagen, entonces lo podemos hacer también”

🙇🏻‍♀️ Para ser testigos veraces de la verdad de Dios, para vivir en su santa presencia, es necesario un corazón puro que se produce por la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, pero que requiere de la voluntad puesta en acción para mostrar a Cristo Jesús en nuestro diario andar.