Al aceptar a Cristo como piedra angular y cimentar nuestras vidas en Él, Pedro le atribuye a la iglesia lo que pertenecía a Israel:
📌 “Linaje escogido” pueblo escogido por Dios, en cuanto a las promesas espirituales.
📌 “Real sacerdocio” todos los creyentes participan con Cristo de su oficio majestuoso de la realeza, así como, del oficio sacerdotal.
📌 “Nación santa” somos santos porque Él es santo.
📌 “Pueblo adquirido por Dios” a un precio invaluable, la sangre de Cristo derramada en la cruz del Calvario.
📌 El propósito de disfrutar de estos privilegios es para que “anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable", oficio profético de anunciar, proclamar las virtudes del Salvador, lo que ha hecho por nosotros.
🕊️ Por virtud se entiende la excelencia de Dios, Su valor, proezas, las cualidades eminentes, los hechos admirables del Padre, Hijo y Espíritu Santo, por medio de las cuales nos arrebató del poder de las tinieblas y nos transportó a su luz admirable, a su reino de amor.
📌 “No érais pueblo de Dios” los gentiles no éramos parte del pueblo de Dios y no podíamos esperar de Dios las especiales misericordias que disfrutaba el pueblo escogido, pero que por la pura, libre y soberana gracia de Dios, mediante la obra de Cristo, ahora somos pueblo de Dios y “hemos alcanzado misericordia”.
🌪️ Cuando habla de las tinieblas, hace referencia al tiempo en el que estábamos en el mundo, cuando participábamos de los tiempos paganos e ignorábamos la provisión de Dios para salvación.
🛐 Los creyentes debemos vivir de tal forma que las cualidades del Padre celestial sean evidentes en nuestras vidas, servir como testigos de la gloria y gracia de Dios.
🙌🏻 La práctica de la santidad en la cual el pueblo de Dios sirve como sacerdocio real y santo, ofreciendo sacrificios espirituales y exaltando Sus excelencias, es la respuesta apropiada a la misericordia divina que hemos recibido.
🚶🏻♀️ Vivir en santidad debe ser nuestra meta, no sólo porque Dios lo ordena, sino también porque es propio de nuestra verdadera identidad, en Cristo ya no somos ciudadanos de un mundo pecaminoso, somos extranjeros y peregrinos en este mundo en camino a nuestro verdadero hogar, ¡el cielo!