¿Por qué somos tan metiches? ¿Tenemos derecho a dar consejos? ¿Sólo cuando nos lo piden o también cuando pensamos que es necesario? No cabe duda que es algo que nos gusta dar, pero pocas veces estamos contentos recibiéndolos, o siguiéndolos. ¿Cuáles son los peores consejos? ¿Cuándo hay que sacudir el orgullo y pedir consejo? Hablemos juntos.