Oda al verano, a la ligereza de pensamiento, a los helados de fresa y el frescor provocado por un mordisco de sandía y todo ello acompañado con el oleaje de una historia de amor, amistad, estrellas coronadas por Ofiuco, amaneceres de deseos y sábanas prestadas. Una historia de hadas y duendes que apostaron por mecer deseos en la brisa de Formentera.