No todos los asesinos, criminales, ladrones, secuestradores, etc. tienen que haber nacido rodeados de condiciones de pobreza o violencia. El claro ejemplo de esto es Carlos Eduardo Robledo Puch, quien nació en una condición de vida relativamente buena, sin embargo por cuestiones del destino terminó siendo el asesino y el criminal más reconocido en la historia de Argentina, primero por sus crueles actos y segundo por su belleza, que le dio el mote del Ángel.