La idílica infancia de Marty, Liz y Jules estalla en pedazos cuando sus padres mueren en un accidente de tráfico. Los tres son enviados a un sombrío internado público donde cada uno construirá su propio destino. Mientras sus hermanos se refugian en el éxito profesional o los paraísos artificiales, Jules, el narrador, se cierra al mundo para convertirse en un joven ensimismado que busca el consuelo de la ensoñación literaria. Pero su búsqueda también lo acerca a Alva, una misteriosa compañera de estudios con quien forja un vínculo lleno de secretos e inesperadas confesiones. Solo años después tomará conciencia de lo mucho que ella le ocultaba.
Una narración que va más allá de un relato de amor y sufrimiento, un relato que nos va a contar como un joven intenta refugiarse en el arte, la literatura, la escritura, como medio para poder salir de la soledad en la cual se encuentra, una vida accidentada y eclipsada por dos episodios que marcan a nuestro protagonista.
Alva y Jules van a compartir una historia de sentimientos que van a afligir al lector en sentimientos de tristeza, alegría, empatía por la historia que estos personajes nos van a contar. Una historia fuerte que a pesar de que narra la historia de Jules, podemos ver como sus hermanos, Liz y Marty, van a intentar de otras formas rearmar sus propias historias. Un relato fuerte, para aquellos que les guste el género más realista puede sentirse parte del relato e identificarse con los personajes y alguna de las circunstancias que van atravesando.
El fin de la soledad representa más que una historia de una muerta y como afectó a los demás, sino que refleja a aquellas personas que se sienten solos en el mundo y que pueden encontrar apoyo para superar la soledad en la cual están a través del apoyo con otras personas. Una gran novela, atrapante, real y conmovedora, que puede generar lágrimas o simple empatía.