Muchas veces dejamos crecer esa vocecilla que nos dice que no estamos equivocados, que actuamos bien, que nuestras actitudes y acciones son las correctas sin antes ecuchar y tratar de entender al otro y muchas veces es necesario bajar de ese caballo llamado silencio y enfrentar nuestra voz para encontrar los caminos para fortalecer nuestras relaciones.