En su sentido más básico, la procrastinación es simplemente el acto intencional de posponer algo. Para muchos de nosotros, la tentación de procrastinar llega cuando tenemos un gran proyecto que no queremos comenzar, una conversación difícil que no queremos tener o una tarea aburrida que no queremos hacer. Si no estás seguro de si eres un procrastinador, pregúntate cuántas veces dejas las cosas para mañana o la próxima semana, o el indefinido «luego».
Aunque la procrastinación puede parecer algo común e inofensivo, las Escrituras nos dan advertencias severas sobre lo que puede llevar: pobreza, ruina e incluso muerte. Puede que pienses: «¡Eso parece un poco extremo!». En la mayoría de los casos, tal vez lo sea, pero el punto es que Dios quiere algo mejor para nosotros que la procrastinación. Él no quiere que perdamos las oportunidades de hoy porque somos personas del «lo haré mañana».