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1119 – Is 6:1 – Isaías 6. El llamamiento divino.

En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.

El rey Uzías había reinado cincuenta y dos años en Jerusalén. Fue prospero porque tuvo temor de Dios y durante todo aquel tiempo “fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso. Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina. Murió leproso, porque el Señor le hirió” (2Cr 26:1-23). La muerte del rey Uzias causó conmoción en Israel. En un tiempo tan doloroso fue que le vino a Isaías la Visión del Dios tres veces Santo y el llamado divino a servir en la obra de Dios. ¡Qué gran cambio, de la visión de un rey derrotado y leproso, a la del sublime Trono del Eterno! Dios estaba diciendo a Isaías que no perdiera la esperanza por la muerte de Uzias porque el Rey de reyes y Señor de señores seguía vivo y sentado en su trono. Uzias estableció la última reforma espiritual significativa en Israel. Marcó un antes y después del pueblo de Israel. Luego de su muerte la nación entró en decadencia espiritual. Cinco años después que muriera Uzias fue fundada la ciudad de Roma que daria cambios significativos al mundo.

I. Una visión gloriosa. (Is 6:1-4). “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” (Is 6:1). Los grandes líderes se van; pero Dios permanece. El trono de Judá había quedado vacío, pero Isaías al igual que Ezequiel y el apóstol Juan, vio el Trono que siempre está ocupado. (Ez 1; Ap 4-5). “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” (Mt 5:8). Nosotros, como el profeta Isaías, debemos ser partícipes de esta visión, si queremos ser aptos para el servicio de Dios. Tenemos que ver a Jesús, nuestro Señor, que se humilló por nosotros hasta la muerte. “Alto y sublime”, exaltado y entronizado, y la gloria de su persona y de su obra llenando el templo. “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.” (He 2:9). Los serafines, son seres angelicales, sólo mencionados aquí en las Escrituras. (Is 6:2). La acción de cubrir con dos alas sus rostros indica su humildad delante de Dios. (Ex 33:18-20). Estar en la presencia de Dios hace resplandecer el rostro (Ex 34:30; Dn 12:3). Con otras dosalas cubrir sus pies, esun eufemismo,quepuede indicar santidad al cubrir la desnudes del cuerpo. “Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos” (Is 6:3). Tres veces santo no se refiere a la Trinidad sino a la santidad de Dios. El judío para hacer mayor énfasis repite dos veces la misma palabra. (Ejemplo en Jn 1:51; 3:3,5,11). Repetir tres veces es de suprema importancia. En la Biblia solo este atributo de Dios se repite tres veces (Ap 4:8). Así que, “como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” (1Pe 1:15-16).

II. Una confesión humilde (Is 6:5). “Entonces dije: ¡Ay de mí!, que estoy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios…”. Una visión de la sublimidad y santidad de Dios es una visión que lleva a uno a una visión humilde de sí mismo. Los “labios inmundos” son solo el fruto y las armas de un corazón inmundo. Fue cuando Job vio al Señor que se aborreció a sí mismo (Job 42:5-6). Es en su luz que vemos claramente la luz (Sal 36:9).