1205 – Dn 3:17 – Daniel 3. Un testimonio ardiente.
He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sufrir por defender nuestro testimonio cristiano frente a un mundo pagano? Vivimos en días relativamente pacíficos en comparación con lo que la iglesia tuvo que afrontar en el pasado. Hoy el cristiano puede dar públicamente testimonio de su fe sin sufrir persecución. Normalmente lo más que llegamos a sufrir es un poco de presión social por parte de nuestros amigos o compañeros de trabajo. En realidad, no estamos acostumbrados a padecer por nuestras creencias. ¿Estaríamos dispuestos a hacerlo si nos tocara pasar por días de tribulación? El relato de los tres jóvenes, que no se postraron ante la imagen de oro con la amenaza de ser lanzados al horno de fuego, permaneciendo firmes durante la prueba, enseña sobre la prueba de nuestra fe al pasar por problemas. El testimonio en Daniel 3 enseña que Dios da las fuerzas necesarias a quienes confían en Él y que al final, los fieles siempre triunfan. La primera prueba fue no contaminarse con la comida del rey (Dn 1), la segunda fue revelar el sueño olvidado de Nabucodonosor (Dn 2) y esta será la tercera prueba del remanente cautivo en Babilonia. La fe del remanente fiel de Dios siempre será probada. “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,” (1Pe 1:6-7).
I. Adoración a la estatua de oro (Dn 3:1-7). “El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.” Como había sido identificado como la cabeza de oro en la imagen del sueño en Dn 2:38, ¡mandó construir una estatua de oro! (Dn 3:1). Las dimensiones de la imagen parecen coincidir más con las de un obelisco, pues tenía sesenta codos de altura (28 a 30 mts., aprox., la altura de un edificio de ocho pisos) y seis codos de ancho (2.8 a 3 mts. aprox). ¿Tiene usted ídolos? ¿Adora usted ídolos? Idolatría es adorar, dar prioridad en nuestra mente y corazón, a cualquier cosa, objeto, persona, trabajo, dinero, antes que a Dios.“Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, y cualquiera que confía en ellos.” (Sal 115:4-8). Un líder idolatra hace a un pueblo idolatra. Todos lo que trabajaban para Nabucodonosor debían reconocer tanto su autoridad política y religiosa. Invitaron a los sátrapas eran los representantes más destacados del rey. Los capitanes eran comandantes militares. Los oidores eran administradores civiles. Los consejeros ayudaban a los de autoridad gubernamental. Invitaron también a los tesoreros, los jueces, los magistrados y todos los gobernantes de las naciones subyugadas por el imperio babilónico.