1212 – Dn 9:24 – Daniel 9. Las setenta semanas.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Daniel estaba preocupado por algunas preguntas importantes. ¿Cómo se relacionaba el terrible programa para las naciones paganas revelado en Daniel 7 y 8 con el plan divino para Israel? ¿Podría éste sobrevivir? Daniel 9–12 contestan estas preguntas que Daniel se hacía al final de Daniel 8. Una vez más, el profeta inicia dando un panorama general de los planes divinos para Israel durante todo el período (Daniel 9). Después vuelve a considerar los detalles específicos de los acontecimientos más inmediatos (Dn 10-12). Daniel, al ver la victoria de Darío de los medos venciendo al imperio babilónico, buscó en los libros (las Escrituras) para entender los eventos (Dn 1:1-2). Comprendió que el triunfo de Darío significaba que el fin del cautiverio de 70 años estaba cerca. “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Mt 24:13).
I. Oración por Israel (Dn 9:3-19). “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos. hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.” El estudio de las Escrituras condujo a Daniel a orar a Dios y a hacer confesión (Dn 9:3–14), ruego (petición; Dn 9:15–19), y ayuno. Confesión (Dn 9:3-14). Daniel sabía que la confesión era requisito para la restauración, así que confesó el pecado de su pueblo, identificándose con su pecado, como si él fuera responsable por él. Puntualizó que las bendiciones son resultado de la obediencia, pues Dios guarda el pacto y la misericordia con los que le aman y guardan sus mandamientos. Reconoció cuatro veces que su pueblo había pecado (Dn 9:5, 8, 11, 15). La iniquidad había sido la rebeldía contra Dios y alejarse de su palabra, que conocían muy bien (Dn 9:9-11). Dios, en su gracia, había mandado profetas para exhortar a la gente a volverse a Él, pero reconoce no hemos obedecido a tus siervos. Los reyes y el pueblo eran culpables. Primera petición: Dios aparta tú ira (Dn 9:15-16). Segunda petición por favor, misericordia y perdón de Dios (Dn 9:17-19). “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1Jn 1:8-9).
II. La visión de las setenta semanas (Dn 9:20-27). “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.” (Dn 9:26).El ángel Gabriel explica a Daniel que el programa de Dios para Israel sería consumado en setenta “sietes”. Siete días componen una semana; cada siete años había un año sabático (Lv 25:1–7); y siete “sietes” conducían al año del jubileo (Lv 25:8–12). Entonces, setenta “sietes” es un período de 490 años. Israel y Judá habían fracasado en guardar los años sabáticos (2Cr 36:21).