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1213 – Dn 10:13 – Daniel 10. La lucha espiritual.

Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.

Daniel, con unos 85 años aprox. recibió la última visión en el año tercero del reinado de Ciro, en 536 a.C. (Dn 10:1-3). Habían pasado cuatro años de la visión de las setenta semanas (Dn 9:24-27). La cautividad de Israel había terminado. Los exiliados de Israel habían regresado de Babilonia a Jerusalén y comenzaron la reconstrucción del templo. Quizá Daniel, por su edad avanzada, no regresó con los exiliados. Jerusalén estaba siendo poblada nuevamente, y la nación parecía estar en paz. La revelación que Daniel recibió en esa ocasión, hizo que perdiera la esperanza de que durara la libertad y la paz que Israel estaba disfrutando. Dios le reveló que la nación estaría involucrada en muchos problemas (conflicto grande). Cuando entendió el significado de la visión, Daniel se limitó con la comida por espacio de tres semanas. Este periodo de 21 días no debe considerarse como un ayuno de 21 días. Durante ese período de aflicción si comió, pero se abstuvo de comer manjar delicado y se dedicó a la oración esperando que el Señor resolviera el destino de su pueblo (Dn 10:12). La ley de Moisés para Israel establecía solo un ayuno al año (Lv 16:29-31). Durante el cautiverio en Babilonia, sin consultar a Dios, aumentaron a cuatro ayunos al año (Zc 8:19). Los fariseos en el tiempo de Jesús aumentaron a dos días de ayuno semanal (Lc 18:12). Por lo cual, sacar doctrina del A.T. y fuera de contexto es falsa doctrina. Los traficantes de la fe, por amor al dinero, cada inicio de año mandan a la iglesia a ayunar 21 días, con el falso propósito de encomendar el año a Dios, pero es para que el pueblo lleve ofrendas como primicias. La doctrina de la iglesia está en los evangelios no en el A.T. Cristo manda: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. (Mt 28:20).

I. El mensajero celestial (Dn 10:4–8). Después de tres semanas (Dn 10:3), Daniel recibió la visita de un varón vestido de lino, un mensajero, mientras estaba a la orilla del gran río Hidekel (río Tigris; Dn 12:5). Algunos dicen que ese varón era Cristo pre encarnado por tres razones: La similitud de la descripción que aparece aquí y la de Ap 1:13–16. La reacción de Daniel y sus amigos (Dn 10:7–8). El “varón” puede ser el mismo que el “Hijo de hombre” de Dn 7:13 y el “hombre” de Dn 8:16. Pero, la mayoría concluye que el mensajero era un ángel, porque si hubiera sido Cristo no se le opusiera un demonio, llamado principe de Persia, no sería un enviado como mensajero y no tuviera que pedir ayuda al ángel Miguel (Dn 10:11-13).

II. La lucha espiritual (Dn 10:9–14). EL ángel dice a Daniel: “Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.” (Dn 10:13-14). El ángel animó a Daniel a que no tuviera temor (Dn 10:8) y le explicó el retraso de la respuesta a su oración. Dios escuchó y respondió la oración desde el primer día de la visión del gran conflicto (Dn 10:1–2). Envió a un ángel para entregarle un mensaje. pero fue estorbado por el príncipe del reino de Persia, un demonio que influenciaba al rey de Persia