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207 – Sal 37:1 – Luchando la incredulidad de la envidia.

No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

 

Existen dos maneras de definir la envidia: 1) La envidia conlleva un elemento de deseo. Alguien ha experimentado una ventaja o beneficio en la vida y tú lo quieres para ti. Eso no necesariamente te convierte en envidioso, porque esa clase de deseo está bien cuando su deseo es imitar a quienes viven en santidad. 2) El otro elemento, y éste es el que hace que la envidia sea mala, es cuando el deseo está marcado por el resentimiento de que las cosas salgan bien para otros pero no para ti. Eso lo convierte en envidia. Enseña Ec 4:4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu. La envidia es una mezcla de deseo de algo con resentimiento hacia otra persona que lo disfruta pero que tú no lo tienes. Las cosas no van muy bien contigo pero las cosas van bien para otros y eso es lo que te carcome algunas veces. ¿Por qué le va tan bien a aquella persona cuando mí no me va igual de bien? Enseña Pr 14:30 El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos.

1. Prohibición y advertencia en contra de la envidia.

Hay tantas oportunidades para la envidia. Es una amenaza universal para nuestro gozo y nuestro cuidado por los demás. El Sal 37:1 No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Pr 23:17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo. Gá 5:26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. 1Pe 2:1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones. Todos dicen, No seas envidioso. Entonces ser envidioso no es bíblico. Ceder a la envidia va contra la voluntad de Dios. Gálatas 5:19-21 es el pasaje que habla de los deseos de la carne y de los frutos del Espíritu, y uno de los deseos de la carne es la envidia. En Gál 5:19-21 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Algunos de estos pecados son una subespecie de la envidia. Por ejemplo los celos son una especie de envidia dirigida hacia otra persona, quien recibe afecto que tú crees que deberías tener. Tú sientes celos de otra persona cuando ésta recibe afecto de alguien que según tú, debería de dar su afecto a ti. Ahora bien, los celos podrían ser saludables. Dios siente celos del amor que debería brindársele a Él. Y un esposo o esposa debería tener derecho a sentir celos en una mala relación que ve desarrollarse entre su cónyuge y otra persona. Pero también están los celos enfermizos y éstos son una sub-categoría de la envidia. La advertencia es que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. En otras palabras, si tú das rienda a este estado de incredulidad de la envidia, ésta podría tomar tu vida y causar un naufragio en tu fe y como resultado, perder tu salvación y vida eterna.

2. Lucha contra la incredulidad de la envidia (Sal 37:1)

No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. La afirmación básica: no tengas envidia de los que practican la iniquidad, no te irrites a causa de ellos. ¿Qué debemos hacer para combatirla? La respuesta está en los siguientes versos: Sal 37:3-5 Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. La envidia es una increduli