Hoy te invito a respirar para procesar el miedo;un ejercicio que aprendí de Inelia Benz.
¿Qué significa eso de procesar el miedo? Pues tiene que ver con que nosotros los seres humanos nos hemos acostumbrado a vivir con el miedo guardado en el cuerpo, y por eso deja el miedo de ser una herramienta útil para alertarnos ante situaciones de riesgo y peligro y se convierte en un dolor, un peso, un vacío, una tensión, un nudo, un lugar que preferimos no visitar, una llamada que elegimos no hacer, un tema que elegimos no tocar en nuestras conversaciones y que vamos “guardando” en algún rincón de nuestro cuerpo.
El ejercicio de hoy, invita justamente a conectar con esos miedos que tenemos guardados, procesarlos y de paso aliviar el estrés y la ansiedad.
Podemos hacerlo en cualquier momento y cuando quiera que sintamos miedo.
Para mejores resultados es mejor hacerlo en un lugar silencioso y privado y trabajar con una lista de miedos que tengamos identificada de antemano. Así que te animo a hacer una lista con algunos de tus miedos.
¡Comencemos!
Siéntate o recuéstate cómodamente con tu espalda recta y si puedes cierra tus ojos.
Inspira lenta y profundamente por la nariz sintiendo cómo tu abdomen se expande, luego espira tan rápido como puedas contrayendo tu abdomen para empujar el aire hacia fuera por tu nariz.
Repite, inspira lenta y profundamente y luego espira tan rápido como puedas.
Y una vez más, inspira lenta y profundamente, luego espira rápido.
Ahora continúa respirando a tu propio ritmo.
Vas a recorrer tu cuerpo desde la cabeza hasta los dedos de los pies para encontrar dónde guardas la energía del miedo. Busca el miedo.
Si no puedes encontrarlo, elige uno de los miedos de tu lista y escanea tu cuerpo de nuevo.
Una vez que encuentres el miedo en tu cuerpo, simplemente míralo.
No lo analices, solo míralo. Deja que esté ahí. Deja que exista. Permítele crecer y ser.
Podría ser una incomodidad física, como un nudo, un dolor, una sensación de vacío o de energía atascada, o un pensamiento o recuerdo, o podría ser simplemente la emoción del miedo.
Míralo, obsérvalo, siéntelo.
Permítele estar allí y dile “Miedo, eres bienvenido acá”.
Dale la bienvenida al miedo y permítele expresarse. Deja que crezca más y más, permítele que sea lo que es, permítele que se exprese ante ti.
No lo analices. Simplemente permite que venga lo que venga, sean palabras, pensamientos, recuerdos, sensaciones… síguelo y fíjate si cambia hacia otra emoción o cambia de lugar en tu cuerpo.
Cualquier cosa que pase, dale la bienvenida a esa nueva expresión… “eres bienvenido acá pensamiento… eres bienvenida acá emoción, eres bienvenida palabra, eres bienvenido recuerdo, eres bienvenida sensación…. Eres bienvenido miedo”. Míralo, obsérvalo.
Ahora permítete acercarte y abrazar el miedo en cualquier forma o expresión que haya adoptado, dale luz y amor y permítele existir. Agradécele por el trabajo que ese miedo ha hecho por ti, por estar contigo por tanto tiempo.
Ahora, libéralo en la Unidad. Deja que vuelva a la Fuente.
Respira profunda y lentamente. A medida que inspiras, inhala luz y amor. A medida que espiras, permite que la luz y el amor llenen el espacio que solía ocupar tu miedo.
Ahora simplemente respira, lenta y profundamente. Inspira luz y amor y a medida que espiras permite que la luz y el amor se expandan por todo tu cuerpo y se extiendan a tu entorno.
Ahora, escanea tu cuerpo desde los dedos de los pies hasta la cabeza y fíjate si queda algo de ese miedo. Si es así, repite el ejercicio de inmediato. Si no es así, puedes usar tu lista para repetir el ejercicio, o terminar ahora abriendo los ojos y regalándote un buen estiramiento. ¿Cómo te sientes? ¡Gracias por practicar conmigo!