¡Hola! Soy Gloria Cano, tu coach de respiración y te doy la bienvenida al episodio #35 de Para y Respira.
Esta semana vamos a comenzar con una serie de ejercicios inspirados en las prácticas propuestas por Dana Santas (Experta en Respiración y coach de deportistas de alto desempeño) que nos ayudarán a mejorar la postura e inclusive a aliviar ciertos dolores de cuello, hombros o espalda ocasionados por una técnica deficiente en nuestro patrón de respiración. (Fuente: https://edition.cnn.com/2021/06/23/health/breathing-pain-relief-posture-movement-wellness/index.html)
Y es que la postura es un elemento vivo y respiratorio de nuestro ser, de hecho, dice Dana, “nuestra postura y nuestra respiración están tan intrínsecamente relacionadas que diría que son lo mismo.”; es decir, que el patrón de movimiento que alimenta nuestra respiración impacta fundamentalmente la posición de nuestro esqueleto y nuestra postura. Desde una perspectiva biomecánica, nuestra “postura” erguida es función del esqueleto axial, compuesto por la cabeza, la columna vertebral y la caja torácica.
Sin embargo, la mayoría de nosotros asocia una mala postura con una posición en la que tenemos los hombros encorvados hacia adelante, lo que conduce a esa señal bien intencionada, pero no tan útil, de que una buena postura significa tirar los hombros hacia atrás.
El hecho es que, no importa lo que hagas con tus hombros, la forma en que respires es el mayor dictador de la posición de la caja torácica y de tu postura general.
Y allí es donde aparece el diafragma, nuestro principal músculo respiratorio, que se adhiere tanto a la caja torácica como a la columna, dándole una función secundaria como estabilizador de la postura.
Las costillas también se adhieren a nuestra columna vertebral y ésta a la cabeza, conectando aún más todos estos elementos posturales con nuestra respiración.
Por lo tanto, a medida que nuestro patrón de respiración afecta la posición de la caja torácica, la columna y la cabeza se mueven en respuesta. Y debido a que nuestros omóplatos están diseñados para deslizarse sobre nuestra caja torácica, la posición y función de sus hombros también se ven afectadas.
De hecho, múltiples estudios confirman que la posición de la cabeza y el omóplato se ve afectada negativamente por una mecánica respiratoria deficiente.
¿Sientes que tienes una mala postura? ¿Sientes tensión en los hombros o el cuello? ¿Dificultad para girar? ¿Dolor de espalda?
Si respondiste afirmativamente a cualquiera de estas preguntas, es probable que un patrón de respiración deficiente contribuya a tu problema (o podría incluso ser la causa).
Vamos a tomar algunas respiraciones ahora para comprobar cómo respiras.
Cuando inhalas, ¿tus hombros se elevan, los músculos del cuello se tensan, la caja torácica se levanta o el pecho se hincha? ¿Siente estrés en la mandíbula o en la cara?
Cuando inhales no debes sentir tensión o esfuerzo proveniente de tus hombros, cuello, pecho o cara. Tu diafragma, tu músculo respiratorio principal, debe iniciar las inhalaciones de una manera casi sin esfuerzo.
Con inhalaciones funcionales, el diafragma se contrae, aplanándose y bajando a medida que tus costillas se mueven más horizontalmente que verticalmente, creando espacio para que tus pulmones se expandan. Esta acción también disminuye la presión en el tórax, lo que crea la fuerza que empuja el aire hacia los pulmones, sin requerir un esfuerzo adicional de la parte superior del cuerpo ni un movimiento hacia arriba de tus hombros, cuello o cara. Cuando no estás usando tu diafragma de manera óptima para inhalar, no te beneficias de la disminución de la presión, por lo que necesitarás reclutar los músculos de la parte superior del cuerpo para levantar la caja torácica verticalmente para aspirar el aire. Es por eso que es posible que hayas sentido tensión en una o más áreas cuando comprobaste tu respiración.