Cuando las cosas no marchan como quisiéramos, casi de manera inmediata comenzamos a expresar nuestro descontento, murmuramos, nos enojamos y es posible que hasta envidiemos la vida de otros.
No está mal expresar lo que sentimos, pero en el salmo 39 el salmista nos lleva a reflexionar que en muchas ocasiones lo mejor es guardar silencio, porque a veces nuestras palabras en lugar de mostrar un corazón que confía en Dios, nos llevan a pecar contra él, a reclamarle haciendo parecer que nosotros podemos hacer las cosas mucho mejor que Dios.
A través de este Salmo, seremos guiados no solo a llevar al Señor nuestras cargas, sino también a guardar silencio ante lo que él se encuentra haciendo en nuestras vidas mientras confiamos en su soberanía, providencia y justicia; así como a evaluar nuestro corazón a la luz de su Verdad para que, en lugar de pecar contra él, nos humillemos y nos arrepintamos.