Debido al alejamiento de Dios, el pueblo judío en su mayoría, no pudo ver ni creer a Jesús como el Hijo de Dios; ya no adoraban otros dioses, pero, su temor de Dios era una transmisión solo de palabras nada más. A esos pocos y a los que posteriormente le creyeron se les dio el derecho de ser hijos de Dios.
Juan 10:22-29
Era invierno y llegó la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Jesús estaba caminando dentro del templo en el pórtico de Salomón. Los líderes judíos lo rodearon y le dijeron: —¿Cuánto tiempo más nos vas a tener en suspenso? Si eres el Mesías, dínoslo ya. Jesús les respondió: —Ya se lo he dicho a ustedes, pero no creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio a mi favor, pero ustedes no creen porque no son de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen. Les doy vida eterna y no morirán jamás, nadie me las puede quitar. Mi Padre me las dio y él es más grande que cualquiera.[c] Nadie se las puede quitar.
Cosa tremenda hará Dios con nosotros.
