Cuando el Señor entró en Jerusalén el Domingo de Ramos, montaba un lindo burrito. La gente lo aclamó gritando hosanna al que viene en Nombre del Señor, y ponían sus ropas en Su camino para que el burro las pise al paso, mientras aventaban hojas de palma y también las arrojaban al camino. El burro, consciente de su misión, se concentró en la tarea de modo extraordinario mientras se repetía a sí mismo a todo momento: "estos aplausos no son para mi, no debo distraerme, estos hosannas no son para mi, debo concentrarme en tener el paso firme, la mirada fija en el camino". Que grande lección de humilda la que nos enseña este burrito
Música: El viejo Violin - @duoporsuamor