Uno de los atributos que hacen del Señor Jesucristo un Salvador incomparable es que Él sabe lo que te causa dolor. Gracias a su naturaleza compasiva, el Señor no solamente sabe lo que te hace sufrir, sino que también se identifica con tus necesidades, y de acuerdo con su voluntad, las suple misericordiosamente. Además de invitarte a llevarle tus cargas y preocupaciones, Jesús también quiere hacer un pacto de amor eterno contigo.