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Este sábado a las 6:30 am el grupo terrorista Hamas, comienza un ataque despiadado contra Israel. Misiles caen en suelo Israelí, acabando con la vida de cientos de personas. En el mismo momento comienzan los ataques terrestres en el sur de Israel, los terroristas arremete fuertemente llevándose por delante la vida de cientos de inocentes. Hoy sigue el conflicto, ya han pasado cinco días y los muertos se cuentan por más de 3.000 en ambos lados, pero lo peor es que esto apenas comienza.

Otro episodio más de guerra y dolor que vive nuestro mundo, como si no fuera suficiente con la experiencia en Ucrania, volvemos a sumergirnos en otro conflicto bélico. Duele ver en lo que nos convertimos como sociedad, ver lo sangrientos y despiados que pueden ser algunos para saciar sus sucios deseos personales.

Este mundo no muestra mejoría, vamos en una caída libre, una picada en cuando a lo moral, en lo empático, en lo social y por supuesto en lo espiritual. Todo el mundo está a la espectativa de lo que suceda, mientras tanto personas mueren vílvemente. Pero todo esto que acontece apunta a una sóla dirección: ¡Cristo está Regresando!

El retorno de Cristo fortalece la esperanza, estimula el deseo cristiano de morar con Dios en la patria eterna, enciende la antorcha de la proclamación del evangelio eterno, promueve en cada creyente la tarea importante de prepararse, particularmente, velando y orando como lo recomendó nuestro Señor Jesucristo y además constituye un recurso valioso para enfrentar el dolor, la pena y el sufrimiento sometiéndonos en esta vida a la voluntad absoluta de Dios.

Es mi oración que el amado Salvador te fortalezca y te bendiga. Acude a Cristo hoy. Entrega tu vida a Él. Haz un compromiso solemne con Jesús. Confía en Su palabra. Ampárate en la promesa de Su pronto regreso que es la esperanza bienaventurada y permanente. Las aflicciones, el llanto y las desgracias se terminarán muy pronto; Jesucristo se comprometió contigo diciendo: “Si así no fuera yo te lo hubiera dicho… Voy pues a preparar lugar para ti… y cuando prepare todo, vendré otra vez a buscarte para que estés conmigo”. (Juan 14: 1–3) ¡Preparémonos para recibir a nuestro Señor!