Un joven aprendiz se acercó a su maestro y le dijo: _Maestro, quiero aprender todo lo que sabe... pero rápido... No quiero perder tiempo.
El maestro lo miró con paciencia y le pidió que lo acompañara al jardín del templo. Allí había una hilera de flores recién plantadas. _Si quieres que crezcan rápido, ayúdalas_ le dijo.