«No tienes igual entre los dioses, Señor: Grande eres tú, y haces maravillas, tú eres el único Dios» (Sal 85,8.10).
«Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que sepamos dominar nuestro egoismo y secundar las inspiraciones que nos vienen del Cielo».
«Amar a Dios con todo corazón y al prójimo como a ti mismo vale más que todos los sacrificios» (cf. Mc 12,33).
Salmo 80
Oyó Israel palabras nunca oídas:
“He quitado la carga de tus hombros
y el pesado canasto de tus manos.
Clamaste en la aflicción y te libré.
Te respondí, oculto entre los truenos,
y te probé en Meribá, junto a la fuente.
Escucha, pueblo mío, mi advertencia.
¡Israel, si quisieras escucharme!
No tendrás otro Dios. Fuera de mi
ni adorarás a dioses extranjeros,
porque yo el Señor, soy el Dios tuyo,
que te sacó de Egipto, tu destierro.
¡Ojalá que mi pueblo me escuchara
y cumpliera Israel mis mandamientos!
Comería de lo mejor de mi trigo
y yo lo saciaría con miel silvestre”.
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria.
«El amor, basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo para amar.» (Sermón 83).
Te pedimos, Señor, que, cuanto más se aproxima la fiesta de nuestra salvación, con tanta mayor fe nos preparemos a celebrar el misterio pascual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén