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«Sedientos, acudid por agua –dice el Señor– venid los que no tenéis dinero y bebed con alegría» (cf. Is 55,1).



«Te pedimos, Señor, que las prácticas santas de esta Cuaresma dispongan el corazón de tus fieles para celebrar dignamente el misterio pascual y anunciar a todos los hombres la grandeza de tu salvación».



Comunión: «El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas»



Salmo 45: «Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio no vacila, Dios la socorre al despuntar la aurora. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra».



Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria.  



«No debe nadie extrañarse de que Dios haga milagros; lo extraño sería que los hiciera el hombre. Más gozo y admiración nos debe producir el haberse hecho hombre Nuestro Señor Jesucristo que las obras divinas que, como Dios, hizo entre los hombres. Y más valor tiene el haber curado los vicios de las almas que curar las enfermedades del cuerpo.



Concédeme, Señor, un corazón que sea realmente humano, un corazón que sienta dolor de sus pecados y de sus fallos, para que pueda encaminarme hacia ti, pues mi dureza y mis mediocridades han encallecido mi corazón y lo han vuelto insensible a tu voz y a tu presencia en mi prójimo. Te lo pido a ti, único amor verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.