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Hemos de disponernos a vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús  profundamente, adentrándonos en el misterio de su Corazón. Él es el Hijo de Dios hecho hombre, en condición de victima solidaria por nuestros pecados.



La Antigua Alianza preparaba al creyente para el misterio de Cristo, pero solo la Nueva Alianza santificaría interiormente al pecador. Dios forma a su pueblo, por los profetas, en la esperanza de la salvación, en la espera de una alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres (Is 2,2-4), que será grabada en sus corazones (Jer 31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades (Ez 36), una salvación que incluirá a todas las naciones (Is 49,5-6; 53,11). Serán, sobre todo, los pobres y los humildes del Señor quienes mantendrán esta esperanza.



Salmo 50

Por tu inmensa compasión y misericordia,

Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.

Lávame bien de todos mis delitos,

y purifícame de mis pecados.



Crea en mí, Señor, un corazón puro,

un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.

No me arrojes, Señor, lejos de ti,

ni retires de mí tu santo espíritu.



Devuélveme tu salvación, que regocija

y mantén en mí un alma generosa.

Enseñaré a los descarriados tus caminos,

y volverán a ti los pecadores.



Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria.  



Del mismo modo que nosotros alcanzamos la buena disposición para orar  mediante la limosna y el ayuno, así también nuestra misma oración se convierte  en limosnera cuando se eleva no sólo por los amigos, sino hasta por los enemigos, y se abstiene de la ira, del odio y de otros vicios perniciosos. (Sermón 207, 3)



Señor, haz que nuestra vida sea digna de la presencia de tu Espíritu en nosotros; que no se tenga que marchar, por nuestros pecados o por nuestra soberbia; como buen huésped que es, haz, Señor, que, si nos encuentra vacíos, nos llene; si nos encuentra hambrientos, que nos sacie; si nos encuentra sedientos, que nos embriague. Te le pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.