«Dios me libró de mis enemigos, me levantó sobre los que resistían y me salvó del hombre cruel» (Sal 17,48-49s).
«Ilumina, Señor, el corazón de tus fieles, purificado por las penitencias de Cuaresma; y Tú que nos infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas».
Daniel 3, 52. 53. 54. 55. 56
«A Ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres... Bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. Bendito sobre el trono de tu reino. Bendito eres Tú, que sentado sobre querubines, sondeas los abismos. Bendito eres en la bóveda del cielo. A Ti gloria y alabanza por los siglos».
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria.
Los que se mantienen fieles al Señor, no obstante la persecución, triunfan de un modo o de otro. Toda persecución es una prueba del justo, de su fe en el poder de Dios.. Pertenece al misterio de la lucha del mal contra el bien, del vicio contra la virtud. Revela el juicio de Dios en cuanto que anuncia el juicio final y el advenimiento del Reino. El justo obra libremente por amor a Dios.
«Él, que promete estar con sus discípulos hasta la consumación de los siglos, manifiesta que ellos habrán de vencer siempre, y que Él nunca se habrá de separar de los que creen» (Com. al Evangelio de S. Mateo 21,3).
Señor, tú siempre estás conmigo y muchas veces yo no he estado contigo, por vivir volcado hacia mis propios intereses. Ayúdame a ser siempre fiel a tus preceptos y a tu amor, para reconocer siempre tu presencia fiel y alentadora que me llama a la santidad. Te lo pido por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.