«Da luz a mis ojos, para que no duerma en la muerte; para que no diga mi enemigo: “Le he podido”» (Sal 12,4-5).
«Señor, vela con amor continuo sobre tu Iglesia; y, pues sin tu ayuda no puede sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana, protege a tu Iglesia en el peligro y mantenla en el camino de la salvación».
«Proclamo todas tus maravillas, me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo» (Sal 9,2-3).
Salmo 49
No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor,
pues siempre están ante mí tus holocaustos.
Pero ya no aceptaré un becerro de tu casa,
ni cabritos de tus rebaños.
¿Por qué citas mis preceptos
y hablas a toda hora de mi pacto,
tú que detestas la obediencia
y echas en saco roto mis mandatos?
Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme?
¿Crees acaso que yo soy como tú?
No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados.
Quien las gracias me da, ése me honra
y yo salvaré al que cumple mi voluntad.
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria.
Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles.
Haz Señor que vivamos siguiendo los caminos de tu verdad y no siguiendo nuestros propios caminos, pues tus caminos de Verdad conducen a la salvación, a la felicidad plena, mientras que nuestros caminos conducen a una alegría pasajera, hueca. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.