«Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme» (Sal 16,6.8).
«Señor, que tu gracia no nos abandone, para que, entregados plenamente a tu servicio, sintamos sobre nosotros tu protección continua».
Salmo 24: «Enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y recto, enseña el camino a los pecadores, hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes».
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria.
«No te hastíes de perdonar siempre al que se arrepiente. Si no fueras tú también deudor, impunemente podrías ser un severo acreedor. Pero tú que eres también deudor, y lo eres de quien no tiene deuda alguna, si tienes un deudor, pon atención a lo que haces con él. Lo mismo hará Dios contigo... Si te alegras cuando se te perdona, teme el no perdonar por tu parte.
Señor, tú que nos diste el que te encontráramos y el ánimo para seguir buscándote, no nos abandones al cansancio ni a la desesperanza..Haznos buscarte siempre y cada vez con más ardor. Y danos fuerzas para adelantar en la búsqueda. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén