Se encuentran dos amigos que hace mucho tiempo que no
se veían.
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¿Cómo estás? ¿Cuánto tiempo sin
vernos?
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No estoy muy bien, estoy sin trabajo,
me separé, estoy con depresión y veo todo negro.
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Qué pena, yo estaba igual que tú hace
un tiempo hasta que encontré la solución a todos mis males y me cambió la vida.
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¿Qué hiciste?
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Me compré un camello
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¿Pero cómo?
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Claro, el camello hace todo por mí,
me cocina, me cuenta cuentos, corta el pasto, me aconseja, me acompaña, hasta
me ayuda con la inteligencia artificial…
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No te puedo creer…
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Es verdad…desde que tengo el camello
cambió mi vida y ahora soy feliz.
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¿Me venderías el camello? ¿Cuánto
cuesta?
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Bueno, creo que realmente es lo que
necesitas, te lo dejaría en el mismo precio que yo lo compré en US$ 5.000
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Pero eso es mucho dinero…
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Pero realmente los vale.
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Bueno, sacaré algunos ahorros que aún
me quedan y te compro el camello.
Pasaron algunas semanas y se vuelven a encontrar
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¿Cómo te ha ido con el camello?
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Pésimo, el camello que te compré ahí
está en el patio de mi casa, no hace nada, sólo come y gasto mucho dinero en su
alimentación, hace sus necesidades y duerme todo el día. Ha sido un fiasco…me
siento estafado…
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A ver… para, para, para…Si me
permites un consejo, te sugiero que no sigas desprestigiando al camello, porque
así te va a costar mucho más venderlo…
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¿Será por esto, que los vendedores tienen mala fama?
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El buen prestigio se logra con el tiempo y cuando el cliente siente que
obtiene más de lo que ha pagado.
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Al contrario, cuando la realidad es inferior que sus expectativas
estarás en una deuda de calidad.
