En su reposo. 05/02/2022. T13. E19.
“Y yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde estés; y hablaré de ti a mi padre, y te haré saber lo que haya”.
1 Samuel 19:3
Amistad
La amistad de David y Jonatán empezó desde el día que David mató a Goliat.
Su estrecha relación es hasta hoy un ejemplo del poder de los lazos de la amistad.
En cada oportunidad que tuvo, Jonatán le demostró a David el compromiso de su amistad. No solo en los momentos de gloria y victoria, sino también en aquellos de crisis y angustia.
Cuando el rey Saúl mostró abiertamente sus intenciones de asesinar a David, fue Jonatán quien intercedió a su favor, buscando evitar un daño a la nación y el derramamiento de sangre inocente.
Mostrándonos así a todos, que la amistad no es solo la parte emotiva de la fiesta o el regocijo por los días felices, sino también la disposición para dar la cara en favor de nuestros amigos, aún a riesgo de la propia vida.
No sería la única vez que Jonatán tomaría este camino, y en ningún momento claudicó sobre la decisión tomada.
Apoyaría a su amigo y haría lo correcto aún en contra de su propio padre y su rey.
Amistades así son valiosas y necesarias, y aunque todos podemos ver esta historia desde la forma en que David se benefició de esta amistad, y desearíamos tener un amigo como Jonatán, quizá debamos aplicarlo en el otro sentido de la historia.
Qué tal si procuramos, más que tener un amigo como Jonatán, ser un amigo como Jonatán.
Qué tal si aprendemos a amar a nuestros amigos y a apoyarlos en todo momento.
Qué tal si desarrollamos la capacidad de darles palabras de ánimo y esperanza.
Qué tal si defendemos sus vidas y honor ante propios y extraños.
Qué tal si arriesgamos todo por nuestros amigos.
Seamos para nuestros amigos el Jonatán que ellos necesitan, y honremos así nuestro testimonio como hijos de Dios.
Isaí Rodríguez Ruiz
