En su reposo. 18/10/2022. T23. E9.
"Aunque me lave con aguas de nieve, y limpie mis manos con la limpieza misma, aún me hundirás en el hoyo, y mis propios vestidos me abominarán".
Job 9:30,31
Limpieza imperfecta
Un rayo de claridad mental ilumina el corazón de Job en este capítulo.
En medio de su dolor puede contemplar la imposibilidad de compararse con Dios.
Dios es superior en todos los sentidos. No hay recurso humano que pueda acercarse a él en pureza, justicia, santidad, gloria, majestad, autoridad, poder.
Cualquier intento por cuestionar a Dios, tiene el fracaso como destino seguro.
¿Por qué?
Porque Dios es simplemente superior a todos nosotros.
Lamentablemente, la rebeldía en el corazón del hombre lo ha llevado a intentar demostrar, o demostrarse asimismo lo contrario.
No es hasta que su miserable condición, incapaz de acercarse a Dios y mucho menos de igualarlo, queda expuesta, que el hombre observa su realidad estupefacto.
Job, lo resume en este capítulo de manera magistral.
El hombre está sucio, y no hay nada que pueda hacer para limpiar su pecado.
La ironía está presente en su analogía, pues ni la limpieza misma, si existiera como una herramienta para lavar el corazón del hombre, podría quitar una sola de las manchas provocadas por la maldad del ser humano
Es, curiosamente, este rendimiento a la realidad de nuestra vida sucia y sin esperanza, lo que ofrece una oportunidad al pecador.
Pues solo cuando entendemos que estamos sucios y que jamás podremos limpiarnos por nosotros mismos, podemos correr por fe a la cruz de Cristo para ser lavados en su sangre preciosa.
Es solo hasta que nos reconocemos inferiores, infinitamente inferiores a Dios; incapaces de entrar en una discusión con él con posibilidades de ganar, que tenemos alguna posibilidad de ser rescatados por ese mismo Dios que es tan justo como misericordioso.
El Señor nos ayude a vivir siempre reconociendo su soberanía y majestad, al tiempo que nos arrojamos en sus brazos de amor y bondad infinita.
Isaí Rodríguez Ruiz
