Pero si somos honestos, estos relatos milagrosos de Jesús sanando a enfermos, ciegos, y cojos nos hacen preguntarnos: “¿Por qué Jesús no me ha curado a mí?”. Nos sentimos como la mujer que vacila al borde de la multitud, en lugar de la que ha sido curada al tocar Su prenda.
Nos preguntamos si Jesús quiere sanarnos. Y como no lo ha hecho, pensamos que tenemos nuestra respuesta.
Pero no debemos tomar la curación de esta mujer así nada más. Hay más en este relato de lo que parece a simple vista.
¿Quiere Jesús sanarte? Lee la historia otra vez, y mira bien.