¿Tiempo libre? Si fantaseamos juntos, que justamente es el germen de cualquier cambio significativo, podemos proponernos la siguiente pregunta: ¿qué pasaría en el mundo si todos los ciudadanos de las diferentes naciones que lo componen tuvieran garantizado el tiempo libre? No estoy hablando de esta peculiar y maquiavélica obra teatral del capitalismo contemporáneo para camuflajear el tiempo libre de formación, o de obligaciones domésticas, o de simple interacción social o familiar.
No. Tiempo libre consistente para todos, libre, es decir, sin ninguna denominación, ni interés, libre incluso como una obligación, una responsabilidad. Ejercer tu tiempo libre como ciudadano, así como es tu obligación el votar o ser partícipe de las decisiones de tu ciudad, o de tu calle o barrio. Un privilegio de todos, una obligación de todos. Porque pensar en dónde estará tu siguiente pago o tu siguiente comida, o dónde vas a dormir, o cómo llegarás a viejo, si es que ese es tu plan, no puede ser todo en la vida. Tú tiempo libre sería parte de tu vida, una parte más, puede incluso que sea la menos importante, pero tendría que estar contemplada.
Esta sociedad que protege el tiempo libre de sus miembros, ¿hasta dónde podría llegar? Hay muchos caminos y maquinaciones para responder. Pero la primera que me salta a la cabeza es la reflexión crítica sobre el entorno, sus planteamientos y la discusión de estos con otros individuos que también estén pensando con posibilidades de accionar realmente, sería un motor indiscutible para la transformación de todo a nuestro alrededor. Una transformación en común, más justa, compartida.