Padre nuestro, tu eres Dios de amor y Dios de justicia. te pedimos en este día que derrames bendiciones infinitas y que ilumines el corazón y la mente de quienes en ti confiamos. Padre misericordioso, Señor de la vida y de la muerte, nuestro destino está en tus manos. Míranos con bondad y guía nuestra existencia con tu providencia llena de sabiduría y amor. Mira, Señor, con bondad, la aflicción de quienes lloran la muerte de personas queridas: hijas, padres, hermanos, parientes, amigos. Que sientan la presencia de Cristo que consoló a la viuda de Naím y a las hermanas de Lázaro, pues Él es la resurrección y la vida. Que encuentren el consuelo del Espíritu, la riqueza de tu amor y la esperanza de tu providencia, que abre senderos de renovación espiritual y asegura a quienes le aman un futuro mejor.