La verdad es que los derrotados, los victoriosos, los padrinos que los manejan, los animadores del panelismo sin fin y los editorialistas huecos, absolutamente todos, cultivan el mismo sentimiento frente a las expresiones populares. Como afirma Jorge Alemán en Página/12: “El trayecto final y seguro del odio es la pulsión de muerte, que esconde distintas paradojas, por ejemplo es capaz, en nombre del odio al otro, de destruir al país primero y luego a sí mismos. La propia Vicepresidenta lo pronunció hace pocos días: no nos odian a nosotros, en definitiva odian al país”*