Dejando volar los recuerdos, una placida tarde con lluvia constante y lastimera, me sumerjo en un viaje a los recuerdos, y vino a mí una antigua correría en esos tiempos donde el futuro era solo una promesa, y los retos solo una manera de vivir eternamente. Yo fui orgulloso portador de los pantalones cortos y la pañoleta, y esta me regalo mil experiencias que valoro porque me hicieron lo que soy.
Esta historia la viví al lado de un joven que admiraba y hoy reitero mi admiración, y gracias a esa aventura, nos unimos de una manera que es difícil de explicar. Aquí relato la aventura, y con ella mi agradecimiento por las aventuras que atesoro.
La casualidad a veces nos lleva a vivir aventuras cuando menos lo esperábamos, y la más intensa no tuvo que ver con la que creíamos buscar.
Relato original: AQUI
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Alberto Oriza