Con motivo del cumplimiento del medio siglo de mi grupo Scout original, tuve la fortuna de retomar contacto con varios compañeros de correrías, y especialmente de rencontrar a mis dos viejos lobos que tanto influyeron en mi vida. Hoy aprovechando un aniversario más, y sumando el día del abuelo, quiero brindar un homenaje a dos abuelos entrañables, a los que además de adornar con este video, también les rindo tributo con este modesto texto:
Quién iba a imaginar que en lo que dura un guiño nos encontraríamos en un espacio virtual ahora, tras mucho andar, todos con triunfos y derrotas, con alegrías y tragedias, con sueños y esperanzas, unidos en un viaje de electrones.
Cierro los ojos y veo a Akela, no en su forma humana, sino como lo veía en mi modesto sentado en el pasto, oyendo como me llevaba a la selva. A Baghera con sabiduría animándome a reponerme del raspón de una caída, levantándome del lomo con su terrible mandíbula, con su tersa piel de negros tonos.
Leyendo de otros lobeznos con los que me críe en permanente risa y esfuerzo, con lo que arropados como cachorros en una tienda para cuatro personas nos acurrucábamos 20 mocosos.
Hoy los leo ya abuelos a muchos y me preguntó si entre sus nietos incluyen a mis cachorros que también son herederos de esas correrías en Waiwunga.
Hoy los míos son muchachos próximos los menores a la universidad, pero todos fueron herederos por mi parte de los recorridos que me llevaron en mi piel azul y que ellos vivieron en su nueva piel amarilla, perdiéndose entre la búsqueda de Kaa y la huida de los Banderlogs.
No Baghera y Akela, no solo son abuelos de sus propios cachorros, sino que por lo menos por acá tienen otros nietos que han de sumarse a cientos que heredaron sus enseñanzas.
Dios les permita llenar su corazón del buen cultivo que hicieron, nos brindaron valores que heredamos, esfuerzo por lograr una vida digna y honrada, pero, sobre todo, nos inculcaron esperanza por hacer de esta selva un mejor lugar para los nuevos cachorros que poblaran sus caminos.
Tú y yo somos de la misma sangre por siempre.
Con amor del más insignificante lobato que tuvo la bendición de se parte de su manada.